El otro día me sucedió algo desazonante.
Una alumna de la Facultad de Periodismo vino a entrevistarme para su clase, lo
cual es algo muy normal; antes o después siempre hay algún profesor que manda
hacer una entrevista, y por lo general los alumnos se abalanzan sobre los
periodistas profesionales.
Eso
hicimos todos cuando estudiábamos, y por eso solemos prestarnos todos los
ejercicios. Esta chica tenía diecinueve años y era especialmente lista; se
había preparado el trabajo a conciencia y lo hizo muy bien, con mucha serenidad
y gran desparpajo. Con esa misma desenvoltura me soltó, nada más llegar, una
pregunta que me dejó patidifusa. Acabábamos de sentarnos en la mesa del bar
cuando, inclinándose un poco hacia delante, dijo: “Bueno, tú sabes que no te
voy a pagar esta entrevista, ¿verdad?”.
Ahí
comenzó un pequeño diálogo más bien delirante, porque ambas partes estábamos
igual de atónitas, igual de asombradas ante lo que la otra nos decía. Éramos
como dos especies alienígenas distintas que se encuentran por primera vez en la
galaxia. Ella me contó que sus compañeros de clase pensaban que las entrevistas
tenían un precio, y que de hecho le habían preguntado: “¿Pero ya le has
advertido que no le vas a dar dinero?”. Y yo le expliqué que ningún medio o periodista
serios pagan a un entrevistado por su entrevista (en este periódico es algo que
está prohibido), porque entonces sus declaraciones no resultarían fiables:
podría alterar o inventar lo que dice para complacerte y que se lo compres.
“¿Por qué estas cosas no te las cuenta ningún profesor?”, se quejó la muchacha.
Probablemente porque a ningún profesor se le ocurre que sus estudiantes son tan
marcianos como para creer semejante cosa.
Pero
el problema es que llevamos viviendo en Marte mucho tiempo. Las nuevas
generaciones se han pasado años percibiendo el mundo a través de la bazofia
televisiva, educándose en su cochambre moral y en la venta masiva de todo lo
que uno es, desde la propia dignidad hasta los higadillos. Y así estamos
llegando a lo peor, al “pero entonces, si no te pagan, ¿por qué lo haces?”, a
ser incapaces de concebir que más allá del dinero hay una vida.
Rosa Montero, El País, febrero de 2007.
Cuestiones:
1. Escriba un breve resumen del
texto.
2. Indique el tema y analice la organización
de las ideas del texto.
3. Comentario crítico sobre el
contenido del texto.
4. Analice las relaciones
sintácticas que se establecen entre las oraciones del siguiente fragmento:
Ella me contó que sus compañeros de clase
pensaban que las entrevistas tenían
un precio.
5. Explique el significado de desazonante, galaxia, bazofia, cochambre.
6. Responda a las siguientes
cuestiones:
a)
Explique las características más importantes del lenguaje periodístico.
b)
Exponga las características de los principales subgéneros periodísticos.
SOLUCIONARIO
- El artículo de Rosa Montero describe un encuentro
con una estudiante de periodismo en una entrevista. Este encuentro es
descrito como una especie de “choque” entre dos mundos diferentes, en el
que una le explica a la otra cosas que la dejan asombrada y viceversa.
Describe, por otra parte, el encuentro que se da entre la “práctica” de
una profesión y la “teoría” que se enseña en la universidad.
- El tema del
texto es el encuentro entre dos
generaciones de periodistas. Las ideas
se organizan en el texto a través de cuatro
párrafos. En el primero, se
introduce el tema. En el
segundo, la autora explica por qué accedió a ser entrevistada y
se habla de la desenvoltura de la entrevistadora. En el tercero, se explica la especie
de “choque” que se produjo entre las dos generaciones al
iniciarse la conversación y se habla de la diferencia entre la práctica
y la teoría y la teoría que se enseña en la universidad. Y en el cuarto párrafo, la autora reflexiona
sobre lo que le ha pasado e intenta explicarse por qué las nuevas
generaciones son incapaces de percibir que alguien pueda hacer algo sin
pedir dinero a cambio.
- En este texto se muestra cómo la sociedad
contemporánea ha llegado a tal punto de alienación que no concibe que las
cosas se puedan hacer por gusto y sin necesidad de que te tengan que dar
dinero por ello. No obstante, no sabemos si verdaderamente es que esto
antes no ocurría porque sólo tenemos la opinión de la autora al respecto,
que reafirma esta idea al quedarse atónita ante la pregunta de la
estudiante de periodismo sobre si ya sabe que no le va a pagar por la
entrevista. Quizás se trate simplemente de una visión personal de la
profesión de la autora. Si embargo, lo que quizás hay en el fondo del
artículo es una crítica de la “vieja escuela” del periodismo a la “nueva
escuela”, cada vez más interesada en el chisme y no en la verdadera
información.
(Otros
aspectos que se pueden comentar son:¿ realmente es así en la actualidad?,
¿los
periodistas llevan a la práctica la teoría que reciben en la universidad?,
¿ influye este
tema en la calidad de los programas televisivos donde se hacen entrevistas a
personajes públicos?.....)
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